Las paradojas de la vejez 

Nuestra sociedad envejece. Es un hecho en nuestro país y en todos los países desarrollados. El envejecimiento de la población no se debe (solo) al hecho de haber logrado aumentar la esperanza de vida a casi el doble en los últimos años, sino porque nacen menos niños y recibimos menos inmigrantes jóvenes.

laura carstensenDe Laura Carstensen hemos hablado alguna vez en nuestro blog. Como psicóloga y directora del Centro de Longevidad de la Universidad de Standford asegura que las personas mayores son (al menos estadísticamente) “más felices” que las jóvenes. ¿Una simpleza? ¿Una mala interpretación de las encuestas a personas mayores, incapaces de enfrentarse a las cosas negativas de la vida? En esta charla TED la doctora Carstensen lo niega y esboza, con un buen puñado de ejemplos provenientes de sus investigaciones, el sustento de aquello que llama la paradoja de la vejez: “reconocemos que no viviremos eternamente, y eso cambia de manera positiva nuestra perspectiva de la vida“.

(Charla TED “Laura Carstensen: Las personas mayores son más felices”. Subtitulado al español)

La tesis es la de que viendo más cerca el final, priorizamos, valoramos la vida… En cierto sentido, y en oposición al estereotipo que comentábamos hace una semana, las personas mayores serían incluso más eficientes (en las relaciones, en la actividad diaria…). Socialmente se trata, como bien expresa Carstensen en su monólogo, de encontrar la forma de “capitalizar” esa felicidad de las personas mayores para mejorar la calidad de vida en todas las edades.

En un mundo que avanza hacia una pirámide de población invertida (más personas mayores que jóvenes), los mayores tomarán las riendas, y dejando el miedo a la longevidad (o peor, al envejecimiento de la sociedad) a un lado, harán suyas las palabras de aquel nonagenario citado en el vídeo: “Dejemos de hablar de cómo salvar a la gente mayor y comencemos a preguntarles cómo pueden ayudarnos”.

Y es que encontramos una segunda paradoja: la de una sociedad aterrada por el creciente aumento de una parte de la población que a su vez parece (al menos estadísticamente) ser feliz…

Pues bien, aquí dejamos nuestra respuesta, la que pretende, desde la acción de las personas mayores, “ayudar” a esa sociedad paralizada, asustada por su irremediable envejecimiento: comprendiendo que tenemos por delante una gran oportunidad, reivindicamos que las personas mayores puedan vivir de forma autónoma, compartiendo sus cosas, su experiencia, su valor como seres humanos. Apostemos por sistemas y servicios centrados en la persona. Escuchemos y fijémonos en los mayores, que sí se valen por sí mismos, que quieren vivir incluidos en la comunidad, y envejecer de forma activa, entendiendo esto como la participación plena y el protagonismo en todos los ámbitos de la propia vida.

Facilitemos que se pueda vivir hasta el final en casa, o en residencias que podamos considerar como tales, o en jubilares… Entonces se devolverá el enorme beneficio de la inversión realizada: calidad de vida en los barrios y municipios donde vivan, y un entorno más humano, una actividad contagiante, una visión positiva de la vida, la felicidad compartida de la que (al menos estadísticamente) disfrutan las personas mayores.

Artículo completo: Las paradojas de la vejez de Asociación Jubilares

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